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El cultivo de lentejas en Canarias tiene dos mil años de antigüedad, según constatan la ULPGC y la ULL


La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria lidera el primer estudio genético de lentejas arqueológicas del Archipiélago
El análisis de las lentejas arqueológicas conservadas en silos aborígenes en la isla de Gran Canaria ha logrado datar el cultivo de esta legumbre en las Islas en dos mil años, según ha podido constatar un estudio liderado por la ULPGC junto a la Universidad de La Laguna y la Universidad de Linköping, en Suecia. Se trata del primer estudio genético de lentejas arqueológicas, que ha logrado dar respuesta a interrogantes como desde cuándo se cultivan o cómo han evolucionado.
Para ello, ha sido clave el excepcional estado de conservación de los granos hallados en los silos que los aborígenes grancanarios excavaban en la roca volcánica, en lugares de difícil acceso donde las semillas se mantenían frescas y secas, donde el ADN de las plantas se ha preservado prácticamente intacto hasta la actualidad. Comparar la información genética de estas lentejas con el de las lentejas que se cultivan ahora en Canarias, España y Marruecos permite rastrear cómo han evolucionado estos cultivos.
Los investigadores han hallado que las lentejas de las poblaciones prehispánicas estaban bien adaptadas a climas secos y cálidos como el de las Islas, y proceden de las lentejas que trajeron consigo los pueblos indígenas que llegaron a Canarias desde el norte de África en el siglo III. La documentación escrita tanto por los exploradores europeos que tantearon Canarias como la que se produjo tras la conquista del Archipiélago en el siglo XV describe las prácticas agrícolas de los aborígenes pero no menciona el cultivo de lentejas, por lo que este estudio viene también a cubrir un vacío de conocimiento histórico, y nos dice que quienes ocuparon las Islas siguieron sembrando lentejas. Los investigadores creen que esta pervivencia se debe a la buena adaptación de la semilla al clima y al papel que las mujeres indígenas desempeñaron en la transmisión de conocimientos agrícolas.
Jacob Morales, profesor de la ULPGC, explica que “el hecho de que Canarias haya conservado el cultivo de las lentejas indígenas durante tanto tiempo no es solo una curiosidad. Cada vez hay más interés por el patrimonio cultural de las islas y muchos desean cocinar y consumir alimentos enraizados en su historia. Este nuevo estudio confirma que las lentejas, al igual que otros cultivos como la cebada, forman parte de ese patrimonio cultural”. Por su parte, otro de los profesores de la ULPGC que firman el estudio, Jonathan Santana, asegura que “también vemos en nuestro estudio que en distintas islas se cultivan tipos diferentes de lentejas —incluso en islas donde antes se creía que nunca se habían cultivado—. Es importante preservar las lentejas de cada isla, porque la diversidad genética puede resultar valiosa para el futuro de la agricultura”.
Lenteja tipo Lanzarote
Otro de los resultados interesantes que arroja este trabajo hace referencia a la conocida como “lenteja tipo Lanzarote”, que no se producen en esta isla a pesar de lo que sugiere el nombre. Esta variedad se ha hibridado a lo largo del tiempo con la lenteja peninsular para asegurar una mayor adaptabilidad. A este respecto, la profesora de la ULL Rosa Fregel detalla que “las lentejas de Lanzarote han aportado sus genes a las lentejas españolas. Ante el cambio climático actual, las lentejas canarias, adaptadas a crecer en condiciones cálidas y secas, pueden resultar de gran interés para la mejora genética de estas plantas en el futuro”.
El estudio, cuyos resultados se han dado a conocer en la revista Journal of Archaeological Science, ha contado con financiación, entre otros, del Consejo Europeo de Investigación (ERC) y del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España. Los análisis de datos se llevaron a cabo utilizando la Infraestructura Nacional Académica para Supercomputación en Suecia (NAISS), financiada en parte por el Consejo Sueco de Investigación.
Por parte de la ULPGC, firman esta investigación los ya mencionados Jacob Morales y Jonathan Santana, así como la Catedrática Amelia del Carmen Rodríguez.