La ULPGC analiza el impacto del deporte de alta competición en la salud hormonal femenina en The Conversation

Docentes e investigadores en Ciencias de la Salud proponen un enfoque integral para abordar el riesgo de amenorrea

La plataforma de divulgación The Conversation publica el artículo “Hormonas femeninas y deporte de alta competición: una relación delicada”, firmado por Marlene García Quintana, personal docente e investigador del Departamento de Ciencias Médicas y Quirúrgicas, Daniel Álamo Arce, profesor de Fisioterapia, Irene García, fisioterapeuta y personal docente e investigador y Raquel Irina Medina, fisioterapeuta y doctora en investigación aplicada a las Ciencias Sanitarias. En este texto, los autores analizan el impacto del deporte de alta competición en la salud hormonal femenina. 

Partiendo del aumento del número de mujeres que practican deporte federado a alto nivel, con un incremento significativo en el fútbol, los firmantes consideran que “entrenar a deportistas de élite (…) exige unas condiciones especiales que tengan en cuenta las características fisiológicas femeninas. Y, especialmente, lo que se refiere al sistema endocrino y la liberación de hormonas, que influye en aspectos como fuerza, la resistencia y la flexibilidad”.

Según los autores, el ejercicio de alta intensidad puede provocar trastornos hormonales en las diferentes fases del ciclo menstrual, sobre todo si no se acompaña de una alimentación adecuada. El principal problema es la alteración o desaparición de la menstruación, lo que se conoce como amenorrea, y que influye de forma relevante en un mayor riesgo de lesiones. Por ello, los autores abogan por una intervención integral por parte de los fisioterapeutas, “no solo en el aspecto meramente deportivo, sino también para identificar la presencia de los trastornos, que influyen tanto en la vida profesional como en la vida personal de la mujer”.

La amenorrea interfiere en el rendimiento deportivo pero también en la vida cotidiana, ya que está detrás de problemas de fertilidad, cansancio, trastornos del sueño, cambios de humor, pérdida de cabello, debilidad en las uñas, disminución de la libido, pérdida de masa ósea y riesgo de fracturas y osteoporosis. 

Dado que se considera que “toda mujer que se dedica a la alta competición sufrirá amenorrea en alguna etapa de su vida deportiva, sea cual sea la modalidad”, con mayor incidencia entre gimnastas, nadadoras, bailarinas y corredoras, los autores entienden que es fundamental que se aborde este problema con un enfoque global, implicando a “entrenador, el nutricionista, el endocrino y el fisioterapeuta para regular el entrenamiento y la alimentación de las deportistas”.