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La ULPGC participa en un estudio sobre el consumo de energía primaria en desalación en Gran Canaria
Las energías renovables por sí mismas son capaces de cubrir casi en su totalidad (95%) las necesidades de energía primaria requeridas para la desalación de aguas
El investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Jose Jaime Sadhwani ha participado en un studio científico sobre el consumo de energía primaria en desalación en Gran Canaria, en colaboración con el investigador Miguel Sagaseta de Ilurdoz, de la Universidad Complutense de Madrid.
Este trabajo ha sido publicado en un artículo de investigación donde se analiza la repercusión ambiental indirecta que tiene el uso de la energía primaria empleada para la obtención de agua desalada por ósmosis inversa en la isla de Gran Canaria. Se ha elegido este emplazamiento atendiendo al carácter insular y a las peculiaridades de suministro de energía eléctrica, así como por la escasez y disponibilidad de recursos hídricos destinados al suministro de agua potable.
Los combustibles fósiles son ampliamente utilizados como fuentes de energía primaria para su posterior transformación a energía eléctrica. Los procesos de ósmosis inversa son empleadas para la desalación de aguas y consumen energía eléctrica. Atendiendo a los datos publicados del año 2015, el 11% del total de la energía insular final consumida en la isla de Gran Canaria, corresponde a la desalación de aguas.
La presencia, el desarrollo y la madurez de las energías renovables en Gran Canaria, permite diversificar el mix energético de fuentes de energías primarias. En el año 2015, la energía eólica y la fotovoltaica suponían respectivamente del orden del 7,5% y 3,5% de la energía primaria total disponible.
Se ha efectuado para el horizonte del año 2020, un análisis de la repercusión ambiental de la desalación de aguas, basado en dos aspectos: el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de CO2 equivalentes, pero en el marco de actuación de dos escenarios diferentes.
Destaca del estudio, que las energías renovables por si mismas son capaces de cubrir casi en su totalidad (95 %) las necesidades de energía primaria requeridas para la desalación de aguas. Por tanto, hay que complementar ese mix energético con combustibles fósiles. Las emisiones sólo serían del orden de 19,59 x 103 t de CO2 equivalentes, es decir, 18 veces menos que si se utilizará para la producción de energía eléctrica exclusivamente los combustibles fósiles de mayor grado de contaminación ambiental. En ese caso, sólo tendríamos un mínimo consumo de 0,07 kg de combustible fósil por cada metro cúbico de agua desalada.
Por otro lado, la actuación específica de reindustrialización y optimización tecnológica (hoy en día necesaria) en las plantas desaladoras insulares, permitirían lograr una reducción notable del consumo de energía requerido para la producción de agua, de forma que, en el año 2020, de forma que se podría reducir hasta casi la mitad las emisiones de CO2 equivalentes, así como también reducir a algo más de la cuarta parte el consumo actual de combustibles fósiles, en la situación más desfavorable.
Canarias representa perfectamente el binomio agua-energía en condiciones adversas, donde además el sustento hídrico de agua potable proviene fundamentalmente de la desalación de aguas. Cualquier actuación de mejora tecnológica en el sector de la desalación, redunda en menores consumo de energía. Si además a lo anterior, le añadimos el uso de las energías renovables, podemos ofrecer soluciones para reducir el impacto ambiental.
La revista de investigación ‘Desalination’ que publica este trabajo se dedica a promover avances de vanguardia en el tema de la desalación de aguas, con enfoques multidisciplinares de ciencias, ingenierías y medioambiente. Está considerada como una de las primeras en el ranking de Journal Citation Reports en su temática, lo que permite que las publicaciones aceptadas tengan un mayor alcance en la comunidad científica