Cómo impactaría un viaje a Marte en la salud ósea de los astronautas, explicado por un profesor de la ULPGC en The Conversation

17 Oct 2024

Manuel Sosa Henríquez detalla el proceso por el que la ingravidez prolongada acaba derivando en osteoporosis


Manuel Sosa Henríquez, Catedrático de Medicina en la ULPGC, publica en la plataforma de divulgación The Conversation el artículo “Cuando los astronautas regresen de Marte, probablemente se romperán la cadera”, en el que analiza los efectos de una exposición prolongada a la ingravidez en la salud ósea de los astronautas.

El esqueleto humano está diseñado para soportar la gravedad, y de hecho, movernos expuestos a esa gravedad es lo que estimula la formación del hueso, que producen los osteoblastos. De ahí que la actividad física sea esencial para mantener al hueso en su estado ideal, al favorecer un aumento de la densidad ósea.

Sin embargo, en un entorno de ingravidez, esas cargas gravitatorias disminuyen de forma drástica. Los osteoblastos reducen su actividad, lo que se traduce en una pérdida de masa ósea y en una alteración de su calidad que incrementa el riesgo de fracturas. Según señala el autor, “estudios realizados en astronautas que han pasado varios meses en la Estación Espacial Internacional (EEI) muestran una pérdida de DMO del 1-2 % mensual en las caderas y columna lumbar”, equivalente a la que puede sufrir una persona de edad avanzada en todo un año. A esto se suma un deterioro en la microarquitectura del hueso, que no puede restaurarse del todo ni aunque los astronautas recuperasen toda la masa ósea.

La duración de un viaje espacial es directamente proporcional al perjuicio óseo que causa, por lo que un viaje a Marte, que la NASA estima en unos 21 meses de ida y vuelta, podría causar en los astronautas una pérdida de casi la mitad de su masa ósea, “sin contar con las alteraciones estructurales, difíciles de cuantificar de momento con exactitud”. Además, el riesgo de caídas es mayor por la debilidad muscular asociada también al estado de ingravidez. Incluso en los “aterrizajes” en Marte y la Tierra podrían ocasionar fracturas en esos huesos debilitados debido a la velocidad a la que se producirían.

Sosa Henríquez da algunas pautas para cuidar la salud ósea de los astronautas, que normalmente son personas jóvenes, sanas y bien preparadas físicamente: una ingesta suficiente de vitamina D y calcio, realizar ejercicio durante el viaje espacial (actualmente se hacen rutinas con máquinas de resistencia y bandas elásticas a bordo de las naves), el uso de fármacos antirresortivos (como los que se emplean para tratar la osteoporosis) y la simulación de gravedad artificial. Estos recursos pueden reducir el impacto de la ingravidez pero la falta de gravedad “seguirá haciendo que disminuya la formación y aumente la destrucción del hueso”.  

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