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El arqueólogo de la ULPGC Jonathan Santana participa en el estudio multidisciplinar del primer periodo islámico de la actual Siria


Un estudio multidisciplinar realizado por un equipo internacional aporta nuevos conocimientos sobre el primer periodo islámico en la actual Siria. La oportunidad de estudiar este periodo fue una sorpresa para los propios investigadores, ya que en un principio pensaban centrarse en un periodo mucho más antiguo, pero luego el estudio dio algunos giros inesperados. En este grupo multidisciplinar ha participado el arqueólogo de la ULPGC, Jonathan Santana.
Oriente Próximo es bien conocido como una región con una historia rica y fascinante que abarca una amplia gama de etnias, culturas y prácticas religiosas. Si bien una gran parte de esta historia diversa y dinámica se conoce a través de los registros históricos, la impresionante cultura material y los yacimientos arqueológicos de la región, los datos bioarqueológicos importantes eran, hasta hace poco, más difíciles de recuperar debido a la mala conservación de los materiales orgánicos en entornos difíciles. Sin embargo, las nuevas tecnologías, con mayor capacidad de analizar el material degradado, han cambiado esta situación y los relatos desde la prehistoria hasta la historia han florecido, enriqueciendo nuestro conocimiento sobre esta región en la encrucijada entre tres continentes. Ahora, un equipo multinacional e interdisciplinar presenta nuevos conocimientos bioarqueológicos sobre el primer periodo islámico en la actual Siria.
"Durante 2009 y 2010, nuestras excavaciones en el yacimiento de Tell Qarassa, en la actual Siria, descubrieron una serie de enterramientos. Por el contexto del yacimiento, suponíamos que todos eran neolíticos", explica Juan José Ibáñez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que dirigió las excavaciones. Estas excavaciones formaban parte de una campaña hispano-francesa que integraba a estudiantes sirios contribuyendo a su formación en arqueología. Las investigaciones se llevaron a cabo con el permiso de la Dirección General de Antigüedades y Museos (DGAM) de la República Árabe de Siria y bajo su constante coordinación. Poco después de estas excavaciones, comenzó la guerra civil siria en marzo de 2011 que continúa hasta hoy.
"Con el objetivo de estudiar los primeros grupos agrícolas de la región, sometimos los restos de 14 humanos a un análisis de ADN antiguo", explica la arqueogenetista Cristina Valdiosera, de la Universidad de Burgos (España), que coordinó el estudio. Y continúa: "Sólo dos individuos de las capas superiores del yacimiento dieron resultados positivos y éstos procedían de enterramientos que suponíamos que pertenecían a un periodo prehistórico posterior. Tras la datación por radiocarbono quedó claro que teníamos algo inesperado y especial". Los enterramientos databan de la época omeya, a finales del siglo VII y principios del VIII (el segundo califato). A la luz de estas fechas sorprendentemente recientes, una reevaluación del estilo de los enterramientos mostró que serían coherentes con las primeras prácticas funerarias musulmanas. Era imposible precisar su contexto sin las fechas de radiocarbono, ya que no se conocían asentamientos o enterramientos musulmanes en la zona y el propio yacimiento sólo se conocía como un lugar prehistórico. De hecho, el asentamiento más cercano en la actualidad es de una comunidad drusa no asociada al islam.
Según Jonathan Santana, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (España), “estas sepulturas fueron insertas dentro de un yacimiento neolítico antiguo, quizás porque las personas que depositaron los cadáveres conocían que allí mismo se habían enterrado otras gentes en el pasado”.
"Los resultados genómicos también fueron sorprendentes, ya que los dos individuos parecían genéticamente diferentes de la mayoría de los levantinos antiguos o modernos. Los grupos más parecidos -aunque no idénticos- de la actualidad eran los beduinos y los saudíes, lo que apunta a una posible conexión con la Península Arábiga", describe Megha Srigyan, bióloga evolutiva que realizó el análisis de los datos durante sus estudios de máster en la Universidad de Uppsala (Suecia). El genetista de poblaciones Torsten Günther, de la Universidad de Uppsala, que co-coordinó el estudio, añade: "La mayor parte de nuestras pruebas son indirectas, pero los distintos tipos de datos apuntan a que este hombre y esta mujer pertenecían a grupos transitorios alejados de su hogar, lo que sugiere directamente la presencia de los primeros musulmanes en el campo sirio".
El equipo también buscó secuencias de ADN pertenecientes a patógenos conocidos en un intento de investigar la causa de la muerte. Megha Srigyan afirma: "Sabemos de brotes de peste documentados históricamente en esta época. Desgraciadamente, no encontramos rastros convincentes de ningún patógeno. Habría sido un paso interesante para entender por qué fueron enterrados de esta manera y en este lugar". Cristina Valdiosera reflexiona sobre el estudio: "Es extraordinario que con el estudio de sólo dos individuos hayamos podido descubrir una pequeña pero notable pieza del colosal rompecabezas que constituye la historia del Levante". El análisis de un hombre y una mujer aportó pruebas de la llegada de nuevas prácticas culturales/religiosas al Levante. Torsten Günther concluye: "En este caso concreto, no había forma de llegar a una conclusión sin combinar los datos arqueológicos, históricos y bioarqueológicos (es decir, el ADN, los isótopos y el análisis de C14), ya que cada uno de ellos aportaba pistas esenciales, lo que pone de manifiesto la importancia de un enfoque multidisciplinar." Los restos humanos recuperados en Qarassa, así como el resto del material arqueológico, fueron depositados en el Museo Arqueológico de Sweida (Siria) y, desde ese momento, están bajo la responsabilidad de la DGAM siria, según su normativa.